Un ángel. Fënix.
Sin saberlo, no pude evitar
que las lágrimas de un ángel
se derramen sobre mí.
Levanté la mirada al cielo,
dirigí una plegaria,
y sin más... me marché de allí.
Cansada hasta el agotamiento
de una lucha sin sentido
finalmente me rendí.
Yendo en contra hasta del viento
abandoné mis pensamientos
y hasta mi mente vendí.
Quise buscar tanto tiempo
consuelo a mi sufrimiento
que no quise hablarte a ti.
Pero entonces llegó el día
en el que mi alma moría...
y a mi lado yo te vi.
Tu voz, tan preciosa y calma
me protegió, me dio esperanzas
incluso cerca del fin;
tu mano, mi salvadora,
me hizo escapar de la hora
de la pronta muerte gris...
Fue un instante y no fue nada,
principio y eternidad,
fue el instante en que te vi.
Tormentas de aves silvestres
de pronto, retoman vuelo,
¡cruzando un cielo sin fin!...
Y en un beso, sólo eso,
siento que aún eres dueña
del corazón que te di...
En un instante me redimes
con un amor tan profundo
como nunca conocí.
Y con tus ojos alejas
aquellas tristezas viejas
que a nuestro amor añadí...
Sólo quédate conmigo,
¡quédate! Amada mía,
siempre juntas hasta el fin...
~♥~